La inteligencia artificial (IA) transformará los negocios. Permite optimizar procesos, aumentar la productividad, redefinir competencias clave y explotar el valor de los datos. Su progreso será imparable y cada vez más acelerado.
Sin embargo, la idea central es que esta tecnología no otorgará una ventaja competitiva sostenible a ninguna empresa. La razón principal es su carácter inevitablemente ubicuo y accesible. Los algoritmos, datos de entrenamiento, hardware y talento se están estandarizando y difundiendo. La competencia obliga a adoptar la IA y no existen barreras reales para impedir que cualquier compañía acceda a ella.
La historia refuerza esta idea: tecnologías revolucionarias como los ordenadores personales, internet o la secuenciación genética, dejaron de ser ventajas diferenciales en cuanto se generalizaron. La IA seguirá ese mismo camino.
Aunque pueda parecer que invertir antes o más intensamente en IA asegura una ventaja, esa ventaja solo será transitoria. A medida que la tecnología se copia y escala con facilidad, los beneficios que genera estarán disponibles para todos.
La IA se convierte, por tanto, en un factor de homogeneización:
La propia naturaleza digital de la IA —copiable, escalable y repetible— la convierte en un recurso que, lejos de diferenciar, iguala el terreno competitivo.
Recordemos que se deben dar tres requisitos clave:
La IA cumple sobradamente con el primer criterio (es valiosa), pero falla en los otros dos. No es única, porque todas las empresas pueden acceder a ella. Tampoco es inimitable, porque los avances en algoritmos, modelos y hardware se difunden rápidamente.
Existen varias razones habituales por las que algunas compañías creen que sí lograrán ventajas sostenibles con IA, pero no son ciertas:
En resumen, ninguna de estas fuentes garantiza una protección real contra la imitación.
La “residual heterogeneity”, es aquello que una empresa puede crear más allá de lo que la IA —accesible a todos— proporciona. La ventaja sostenible, como siempre, residirá en la capacidad de generar algo único: creatividad, pasión, relaciones, modelos de negocio innovadores o conexiones con clientes.
Ejemplo ilustrativo: varias startups están desarrollando terapeutas digitales basados en IA generativa. Todos usarán modelos similares y ofrecerán servicios equivalentes. ¿Quién destacará? No el que tenga el mejor modelo, sino el que logre construir alianzas estratégicas, diseñar experiencias de usuario diferenciadas, generar confianza en comunidades específicas o distribuir su servicio de manera más efectiva. La ventaja nacerá de esos factores humanos, organizativos y relacionales, no de la IA en sí.
La IA aportará enormes beneficios, pero no será una fuente de ventaja competitiva sostenible. Al contrario, igualará el acceso a capacidades poderosas en todo el mercado. Las empresas no deben confundir la adopción de IA con una estrategia; deben entender que el verdadero diferencial seguirá estando en la capacidad de innovar más allá de la tecnología.
En última instancia, lo que distinguirá a las organizaciones será lo mismo de siempre: creatividad, iniciativa, pasión y visión estratégica para ir más allá de lo que está al alcance de todos. La IA es una herramienta transformadora y ninguna empresa puede permitirse no integrarla en su organización, pero no sustituye los fundamentos clásicos de la ventaja competitiva.
Resumen y traducción del artículo Why AI Will Not Provide Sustainable Competitive Advantage del MIT Sloan Management Review (https://sloanreview.mit.edu/article/open-up-your-strategy/)
imagen: freepik
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