Un líder tiene que tomar decisiones constantemente, y en muchas ocasiones sin el tiempo necesario para realizar un estudio a fondo de la problemática a resolver. En este contexto, la neurociencia propone un modelo de toma de decisiones que facilita el proceso. Se trata de "escuchar el propio cuerpo", para contar con todos los recursos posibles, no solo la razón sino también la intuición.
En la situación actual, en la que nos vemos obligados a dirigir nuestros equipos desde casa o con mucho más distanciamiento de lo habitual, es frecuente que el líder se sienta mal, tanto a nivel mental-emocional como incluso a nivel físico.
En la toma de decisiones, el cuerpo y su relación con el cerebro/pensamiento y las emociones tienen un papel muy importante. ¿Quién no ha sentido molestias abdominales o taquicardias cuando se ha enfrentado a decisiones vitales? Cuerpo, mente y emociones están interrelacionados y cualquier cosa que afecte a uno de esos componentes, influirá en el estado de los otros dos.
Para ser capaz de tomar las mejores decisiones, un líder tiene que utilizar todos los recursos personales posibles y contar con el mejor estado mental, pero además debería tomar en consideración su intuición, que en muchos casos se percibe a través de sensaciones producidas por su propio cuerpo.
El neurolíder necesita disponer de técnicas o modelos que, además del razonamiento, incorporen esas sensaciones que envía el cuerpo. Así, a través de la práctica, del aprendizaje fruto del “ensayo-error” y gracias a la neuroplasticidad cerebral, acabará interiorizando un proceso de toma de decisiones, que le permitirá reaccionar de forma rápida y tomando en cuenta tanto la razón como la intuición.
Para ello, la neurociencia propone utilizar un modelo de toma de decisiones que es aplicable a diferentes situaciones, que es flexible, pero con unos elementos básicos que sirven de posible guión para reaccionar frente a los problemas. El modelo propuesto es el siguiente:
Partiendo de un estado cuerpo-mente-emoción de equilibrio, tomamos conciencia del problema, recopilamos y analizamos la información disponible, definimos y valoramos el problema, definimos los objetivos o las metas que queremos conseguir, buscamos las diferentes soluciones y alternativas posibles, nos decidimos por la alternativa que consideramos más factible y por último, evaluamos la idoneidad de la solución y realizamos el seguimiento de la misma. Por último, comprobamos que seguimos en equilibrio cuerpo-mente-emoción tras la decisión.
Como se ve en el esquema, en este proceso participan los dos hemisferios cerebrales, el hemisferio izquierdo (racional) y el hemisferio derecho (intuitivo/creativo). Algunas fases, sin embargo, requieren de la participación de ambos hemisferios cerebrales, de la razón y de la intuición/creatividad.
Pero, ¿qué papel juegan las emociones y cómo podemos gestionarlas para tomar las decisiones adecuadas?. Emociones y proceso de toma de decisiones
Un estudio de la Universidad de Cambridge(1) concluyó que el corazón sabe, antes de que el cerebro sea consciente, si una decisión es favorable o desfavorable para el decisor.
Esto es debido a la capacidad de interocepción del ser humano, es decir, de la capacidad que tiene una persona para captar los mensajes que le da su propio cuerpo como, por ejemplo, los latidos de su corazón.
Las personas que son capaces de detectar, interpretar y procesar los mensajes del cuerpo antes de decidir pueden tener más facilidad para tomar las decisiones adecuadas.
Corazón, intestino y cerebro están íntimamente relacionados. Tanto el corazón como el intestino alojan neuronas conectadas con la ínsula cerebral, una estructura muy en contacto con el cerebro límbico (emocional) que, entre otras funciones, regula el proceso de conciencia de las emociones y de las sensaciones corporales.
Esta podría ser una explicación científica de lo que se ha llamado “corazonada”, esas sensaciones que percibimos frente a determinadas situaciones, y que pueden ser simplemente una percepción de nuestro cuerpo.
Se ha demostrado de forma experimental que, si mostramos fotos de personas queridas mientras el cerebro del sujeto está siendo monitorizado a través de una Resonancia Magnética Funcional (RMF), vemos como se activan diferentes áreas de éste relacionadas con el placer, la recompensa y la regulación emocional, como la citada ínsula que, por su conexión con el corazón e intestino, da lugar a taquicardias y a esas “mariposas” que sentimos en la zona digestiva.
El conocido neurocientífico Antonio Damasio postuló que la información se produce en el cerebro, pero se manifiesta en el corazón o el intestino antes de que seamos conscientes de ella(2). Por lo tanto, el líder que tenga o desarrolle su capacidad de interocepción podrá aprovechar esas señales para tomar sus decisiones integrando la información que le facilita su cuerpo.
La capacidad de interocepción se puede entrenar y no es solo un recurso para la toma de decisiones, también ayuda a la salud y a las relaciones entre personas.
Según Fukushima, psicofisiólogo de la Universidad Kansai de Japón, la interocepción está relacionada con la empatía. Nuestro cerebro reacciona frente a los estados afectivos ajenos, pero también reaccionan nuestro corazón, nuestro intestino, incluso nuestra piel.
Así, observar nuestro cuerpo, escuchar los mensajes que nos manda, puede ayudarnos a:
• Mejorar nuestro estado de salud
• Mejorar nuestra conciencia emocional
• Dar una mejor respuesta al estrés
• Mejorar nuestra empatía
• Mejorar nuestra toma de decisiones
Todo esfuerzo encaminado a aumentar la capacidad de captar esos mensajes del cuerpo (interocepción) conducirá, a través de la neuroplasticidad, a una mayor capacidad de tomar decisiones adecuadas.
Pero ¿qué podemos hacer para aumentar la interocepción?
Toda acción que favorezca situaciones y estados que potencien la observación de nuestro cuerpo y el equilibrio cuerpo-mente-emoción, ayudarán a aumentar nuestra capacidad de interocepción, por ejemplo:
• Practicar la presencia plena: ocuparse del aquí y ahora
• Entrenar y utilizar técnicas de relajación: buscar momentos en el día para frenar el ritmo
• Practicar momentos de respiración plena: practicar técnicas de respiración completa
• Practicar el mindfulness
Si dedicamos a lo largo del día algo de atención a estas u otras actividades equilibrantes del conjunto cuerpo-mente-emoción, conseguiremos un punto de partida adecuado para iniciar el proceso de toma de decisiones antes propuesto, un punto de partida que tome en consideración esas señales que nos proporciona nuestro cuerpo a través de la interocepción. Con ello, las decisiones que tomemos como neurolíderes sean más equilibradas y adecuadas.
En nuestras sesiones de desarrollo de Neuroliderazgo Emocional, practicamos algunas de estas técnicas, orientadas a que el líder utilice todo su potencial para realizar su labor en las mejores condiciones posibles, y que actúe como un neurolíder emocional eficaz en su labor con su equipo.
Luis Santamaria – Psicólogo-Coach
Bibliografía
1. Bekinschtein, T. et al. (2014), The man who feels two hearts: the different pathways of interoception. The MRC Cognition and Brain Sciences Unit, Cambridge University, UK - SCAN (2014) 9,1253-1260
2. Damasio, A. (2011). El error de Descartes: La emoción, la razón y el cerebro humano. Barcelona. España: Destino
3. Fukushima, H. (2011), Association between interoception and empathy: Evidence from heartbeat-evoked brain potential International Journal of Psychophysiology, Volume 79, Issue 2, February 2011, Pages 259-265