Cómo gestionar los cambios que implica el teletrabajo desde el neuroliderazgo

El ser humano, por lo general, siente rechazo ante los cambios. La neurociencia ofrece una explicación de los mecanismos neuronales que producen esta esta respuesta. También apunta las claves para vencer la resistencia natural de las personas al cambio.

Uno de los cambios recientes que nuestra sociedad se ha visto obligada a afrontar es el teletrabajo impuesto de forma generalizada por el coronavirus. El confinamiento y la obligación de trabajar desde  casa, han provocado que tengamos que modificar las rutinas de trabajo.  Como ante cualquier cambio, la aceptación está siendo irregular, pero en muchos casos, es escasa. En este artículo proponemos algunas ideas para que, como líder, puedas ayudar a tu equipo a vencer esta resistencia y conseguir un teletrabajo más agradable y productivo.

El ser humano está programado para sobrevivir, por lo que cualquier circunstancia que pueda atentar contra su supervivencia tendrá una fuerte respuesta del sistema cerebral en su conjunto, que contará a su vez con la consecuente participación del cuerpo y de las emociones.

Tener que teletrabajar como única o importante vía para avanzar y subsistir es detectado por nuestro sistema límbico (cerebro medio) como una amenaza, que provoca en nosotros la emoción de miedo. Miedo a no hacerlo bien, a no tener recursos, a perder el empleo…

Estos miedos activarán el planificador, el córtex pre-frontal (cerebro nuevo), que se pondrá a trabajar evaluando todas las alternativas y soluciones posibles, consumiendo gran cantidad de energía. No pasa mucho tiempo hasta que el cerebro detecta ese consumo de energía y lo hace patente a través de una sensación de gran cansancio e incluso agotamiento.
Nuestro cerebro no puede permitir que agotemos nuestra energía y que una amenaza potencial nos encuentre exhaustos. Tenemos que conservar esa energía para poder responder a esa potencial amenaza, de la forma con que solemos responder, es decir, luchar, huir o bloquearnos.

Ante esta situación, según muestra la neurociencia, se activan estructuras cerebrales que rechazan el cambio. Se trata de los ganglios basales, situados en el tronco cerebral (cerebro reptiliano), que es donde “almacenamos” las conductas aprendidas, y que han mostrado ser “neofóbicos” (tener aversión a lo nuevo).

La misión de estos ganglios es aportar datos de experiencias pasadas similares en las que hayamos tenido éxito, que hagan que desechemos o no consideremos la nueva propuesta o situación. Es decir, nuestro cerebro reacciona a un cambio significativo, buscando algo conocido que nos sirvió en el pasado, para no tener que aceptar el cambio. Busca mantenerse en su zona de confort.

Como es lógico, esta reacción es contraria a la adaptación y a la evolución y, según los neurocientíficos, es responsable de buena parte del alto nivel de ansiedad y estrés que nos invade en el mundo actual.

Las soluciones que propone el neuroliderazgo para reducir la resistencia al cambio, se sustentan en dos descubrimientos relativamente recientes: la plasticidad cerebral y las neuronas espejo.

Frente a un cambio, ante algo nuevo, nuestro cerebro busca un hábito anterior o actual que nos dé una respuesta automatizada, conocida y por lo tanto, exenta de sensación de peligro, para hacer frente a la amenaza que representa para el cerebro ese cambio. Y los hábitos no son más que circuitos neuronales fuertemente arraigados en nuestro cerebro. Pero a través de la plasticidad neuronal podemos generar nuevos circuitos que hagan obsoletos los anteriores. Nuestro cerebro aprende creando nuevas conexiones que hacen que avancemos, pero para que se produzca ese aprendizaje tenemos que evitar el hábito anterior, salir de nuestra zona de confort y arriesgarnos.

Tal y como desarrollamos en las sesiones de Neuroliderazgo Emocional, para que el individuo sea capaz de crear este nuevo circuito y cambiar, suele ser muy favorecedor tener un “modelo”, un neurolíder que le muestre el camino y le enseñe, a través de su comportamiento y ejemplo.  La conexión de las neuronas espejo, le ayudará a incorporar la nueva forma de actuar, es decir, a aceptar y asimilar el cambio.

En este sentido, el  neurolíder debe tener en cuenta que sus colaboradores aceptarán el cambio solo si:
• Perciben que tienen algo a ganar con el mismo
• Si ven coherencia con el resto de las acciones de la compañía y con la actuación del líder
• Si se ven capacitados para llevarlo a cabo
• Si tienen entre sus referentes, a personas que les hagan de “modelos”, es decir, tienen alguien en quien confiar y seguir

Estas son algunas acciones que ayudan a los responsables de equipos a hacer que sus colaboradores sean más receptivos y favorables a los cambios:
Mostrar coherencia en sus mensajes, utilizando términos inclusivos que hagan que el colaborador se sienta parte del proceso
Dar feedback positivo, es decir, positivar la respuesta de los miembros del equipo, evitando o neutralizando las respuestas negativas
Confiar y comunicar, hacer que las personas de su equipo se sientan seguras y tratadas de forma justa
Focalizar a sus colaboradores, procurando evitar la multitarea sistemática, fomentando la atención
Comprender y gestionar las emociones de los miembros de su equipo de forma eficaz, sin buscar eliminarlas
Considerar, reconocer y aceptar las aportaciones de los miembros del equipo que sean posibles, aceptando también para debatir aquellas que no sean netamente racionales, que puedan provenir del pensamiento más primario (cerebros límbico y reptiliano)
Ayudar a crear nuevos hábitos que sustituyan los ya existentes en sus colaboradores y que estén alineados con la nueva situación

Todas estas habilidades son desarrolladas en nuestras sesiones de Neuroliderazgo con el objetivo de ayudar a los responsables de equipos a hacer que sus colaboradores sean más receptivos y favorables a los cambios

Luis Santamaria – Psicólogo-Coach

 

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